Los temas presentados en la segunda
parte de la visión son el juicio y el reino de Dios que se establece en la
Tierra después del juicio del mundo. Es decir que hay un juicio donde Dios
juzga al mundo, donde todos los hechos salen a la luz y todas los crímenes,
engaños y mentiras que sucedieron durante la historia de nuestro planeta
saldrán a la luz del juicio de Dios.
La escena del juicio es en el cielo,
donde el Anciano de días tiene que ser el Dios Padre, los libros se abren, y al
mismo tiempo se acerca el hijo del hombre, que según los Evangelios tiene que
ser Jesús, el que tiene derecho, como representante de la rasa humana de
presentarse delante de Dios Padre en la ocasión del juicio.
Estuve
mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo
vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su
trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente. Un río de fuego
procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones
de millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron
abiertos. Yo entonces miraba a causa del sonido de las grandes palabras que
hablaba el cuerno; miraba hasta que mataron a la bestia, y su cuerpo fue
destrozado y entregado para ser quemado en el fuego. Habían también quitado a
las otras bestias su dominio, pero les había sido prolongada la vida hasta
cierto tiempo. Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del
cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le
hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para
que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio
eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido. (Daniel 7,9-14)
Y
veía yo que este cuerno hacía guerra contra los santos, y los vencía, hasta que
vino el Anciano de días, y se dio el juicio a los santos del Altísimo; y llegó
el tiempo, y los santos recibieron el reino. […]Pero se sentará el Juez, y le
quitarán su dominio para que sea destruido y arruinado hasta el fin, y que el
reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea
dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos
los dominios le servirán y obedecerán. (Daniel 7, 21-22.26-27)
En este juicio se juzgan a todos los que actuaron en la
historia de la Tierra y finalmente los fieles de Dios y su caudillo Jesús, el
hijo del hombre reciben el dominio y la autoridad del planeta Tierra. Esta
escena esta simbolizada también en Daniel 2 en la ocasión de la piedra que fue
cortada sin ayuda humana, piedra que destruyo la estatua, y que después lleno
lo tierra.
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