El capitulo cinco de Daniel cuenta la historia del ultimo
rey babilónico, Belsasar, hijo de rey Nabonido, dejado por su padre en
Babilonia como gobernante mientras que el se establece en Tema, debido a sus
ideas religiosas peculiares.
Nabonido se encuentra con las fuerzas medo-persas del rey
Ciro en Opis, a unos 185 km de Babilonia pero debido a su armada que se rebela,
entrega sin luchar en 10 de Octubre del 539 a.C., la ciudad de Sippar, a unos 80 km de Babilonia. Al mismo
tiempo, Dario el medo marcha hacia Babilonia.
La situación esta muy sobria para el rey Belsasar, que sin
embarga decide entregarse a la fiesta y a las orgías, burlándose al mismo
tiempo del Dios Altísimo.
Belsasar, con el
gusto del vino, mandó que trajesen los vasos de oro y de plata que
Nabucodonosor su padre había traído del templo de Jerusalén, para que bebiesen
en ellos el rey y sus grandes, sus mujeres y sus concubinas (Daniel 5,2).
En el mismo acto de la burla aparece en la pared una mano
que escribe unas palabras, que el rey y sus acompañantes no entienden. Es traído
Daniel para descifrar el misterio de la escritura y por la sorpresa del rey el
Daniel se pone en la postura de interprete divino.
Esta es la
interpretación del asunto: MENE: Contó Dios tu reino, y le ha puesto fin. TEKEL:
Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto. PERES: Tu reino ha sido roto, y dado a los medos y a los
persas(Daniel 5, 25-28).
El echo de que es llamado hijo de Nabucodonosor , no es de
extrañar, ya que era algo habitual en el contexto cultural de la época llamar
padre a un abuelo o pariente suyo.
En la misma noche, la gran babilonia cae en las manos de
los medo-persas, Cir el persa y Dario el meda, llegan a ser los futuros
soberanos de la poderosa Babilonia.
La misma noche fue muerto Belsasar rey de los
caldeos. Y Darío de Media tomó el reino, siendo de sesenta y dos años.(Daniel
5, 30-31).
El mensaje de esta historia tiene una profunda carga
amonestadora para el que se burla y desprecia al Dios, el creador del Universo,
para el que aun sabiendo y conociendo la intervención divina en varias
situaciones puntuales, no lo toma en cuenta y sigue el camino de la depravación,
de la maldad y de la burla.
Tal fue el rey Belsasar, nieto del gran rey
Nabucodonosor, que no seguio el camino de su abuelo, que al final de su vida,
como hemos visto anteriormente, si que reconoció la soberanía y el poder del
Dios Altísimo.
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